Es esencial medir la temperatura de los componentes del hormigón, como la arena, la grava, el cemento y el agua, durante el proceso de fabricación por varias razones:
1. Control de la reacción química: La temperatura afecta a la velocidad de la reacción química cuando el cemento se mezcla con el agua para formar la pasta de cemento. Midiendo la temperatura de los constituyentes, es posible controlar y ajustar la velocidad de endurecimiento del hormigón, lo que puede ser crucial para garantizar un rendimiento óptimo del material final.
2. Prevención del sobrecalentamiento: El sobrecalentamiento de los componentes del hormigón puede provocar problemas como la aparición prematura de grietas, la reducción de la resistencia y de la durabilidad. Controlando la temperatura de los componentes es posible detectar condiciones de sobrecalentamiento y tomar medidas correctivas para evitar estos problemas.
3. Control de calidad: La temperatura de los componentes del hormigón puede influir en la calidad del material final. Las variaciones de temperatura pueden provocar variaciones en las propiedades físicas y mecánicas del hormigón. Midiendo la temperatura de cada componente y manteniendo unas condiciones de fabricación controladas, es posible garantizar una calidad uniforme del hormigón.
4. Optimización del proceso de fabricación: Al comprender el efecto de la temperatura en los componentes del hormigón, es posible optimizar el proceso de fabricación para maximizar la eficiencia y reducir los costes. Por ejemplo, ajustando la temperatura del agua utilizada en la mezcla o controlando la temperatura a la que se almacenan los materiales, es posible mejorar la productividad y la rentabilidad de todo el proceso de producción. Esta última propiedad es especialmente válida en regiones con altas temperaturas.